Lloraste en los pasillos fríos, amarillos y solos. No quisiste que nadie te viera. Lloraste.
Mientras llorabas, las máquinitas burocráticas y las pláticas cotidianas te ignoraban.
Sólo un chillón más, uno más que llora, uno más que recibe un no. Un no tan simple. Un no para él y para ellos. Un no. NO
Entre el sí y el no..... no hay nada, hay todo, estás tú, no estás...... No no no no no no.
No llores. No digas. NO
Entonces lloraste, como nunca en tu vida lo habías hecho, esperando un abrazo y lo único que recibiste fue un cerrón de cajón, una hoja dando vuelta, un teléfono sonando sin que alguien contestara, un fax, una máquina copiadora, una impresora vieja, unas teclas de computadora que huían de tu respuesta y un NO.