domingo, 6 de octubre de 2013

Tiempo Compartido

Nació con diabetes y aprendió a inyectarse las piernas cuando tenía 6 años. Nunca probó los dulces que caían de las piñatas ni mucho menos podía tener un pastel en su cumpleaños, quizá le dejaban probar una cucharadita, la suficiente para que se quedara con ganas de más dulzura. A sus 43 años sus piernas parecen montañitas disparejas de algún pueblito perdido en su imaginación, sus brazos tienen pequeños agujeros donde en ocasiones deja escapar un poco de vida cuando está muy cansada.

Su cabello teñido deja entrever pedazos de cráneo entristecido por las memorias del hijo que perdió, al menos en su imaginación. Su labial rosa coral oculta vulgarmente los labios resecos con costras que noto cuando me besa el cachete, su ojos verdes luminosos me desnudan de salud, me dejan amarga y agria, consumen toda sanidad de mi ser. No soporto que me abrace, huele a colonia de Sanborns y su enfermedad la vuelve agresiva cuando da muestras de afecto, tiene tanto afecto por la vida de los demás que con cada abrazo quiere matar, asesinar, violar, torturar y preparar con crema chantilly.

La invité a Acapulco, teníamos un tiempo compartido que jamás compartimos en el mismo plano. Ella allá con su bebé muerto en el vientre y yo acá en el chapoteadero cuidándome del parto. Ella allá hablando con su bebé y yo acá platicando con el mesero. Ella allá muriendo de sal y yo acá muriendo de alcohol.

Aprendió dulcemente a odiar a los demás, así era feliz y yo se lo permitía porque a mi no me odiaba, sólo no me creía real. Pensaba que yo era una operación estética, que yo en realidad era fea y que estaba enferma, por eso me quería tanto. Ella odiando por acá y yo; odiándola a ella. Yo la dejaba sola en sus peores momentos y la dejaba sola cuando se encerraba en su cuarto para ver pornografía, le gustaban los videos de señores mayores con jovencitas inexpertas, disfrutaba ver cómo se cojían a una menor de edad mientras ésta se comía un caramelo, yo escuchaba los gemidos y los gritos de ansiedad sin nunca saber cuál provenía de ella.

Se intentó suicidar. Fracasó en ello también y eso jamás me lo perdono porque fui yo quién la rescató, llamé a la ambulancia para compartir un poquito de tiempo con ella, pero no me lo perdonó jamás.

Supe de ella antier. Soñé con ella, traía unos pants rosas y parecía un hipopótamo seco, se veía fatal; gorda, rosa, rosa pastel, rosa algodón de azúcar, rosa diabética, rosa enferma, rosa caladryl, rosa Pepto Bismol, rosa vómito. Yo estaba en el camión ella en la calle esperando débilmente un taxi. Me vió, la ví. La ignoré, ella no a mi, me seguí en el pesero. Llegando a casa recibo un mensaje de texto:

"Eres una puta mal parida"

Ya me perdonó, dulce Paty, ya me perdonó.

jueves, 8 de agosto de 2013

Ellas.

Ella se sentó junto a la chica que no sabía bien que posición ocupaba en el mundo. A Ana le gustaba tomar té negro, leer cuentos cuentos y los elefantes. A Sofía le gustaba el agua de limón, las revistas de moda y el sexo rudo.

Durante un tiempo Ana pensó en suicidarse, tenía miedo de su destino,había tenido tan mala suerte que pensó que más bien su destino era convertirse en una suicida absurda, nunca le dijo a nadie porque no quería que pensarán que estaba jugando al existencialismo tan falso de estas épocas. Ana decidió aplazar su suicido un poco más, pensó que quizá debía estudiar una carrera para distraerse un poco, entró a la universidad y se graduó como una alumna promedio, como toda su vida, promedia.

Y viviendo esa vida tan común, se acomodó a la mediocridad, se acomodó a los golpes visuales de las películas que veía y se adaptó a los pianos jazzeros que le contaban historias menos promedias, historias sinceras que la dejaban entender que quizá su destino suicida podía aplazarse todavía un poquito más. La madre de Ana le dijo un día "Ana, cuando eras niña te gustaba jugar mucho y te veías tan contenta que me preocupas mucho, yo sé que las cosas no han marchado bien ahora, pero ¿por qué no jugamos a ser felices?". Esa noche Ana lloró hasta quedarse dormida.

Paso un año o menos, quién sabe. "Se solicita empleado; mujer, de 20 - 30 años, sin experiencia, excelente presentación, informes al: 55 19 68 09"

Llamó. La citaron. Si de algo no dudaba Ana, era sobre su "excelente presentación" sabía ocultar muy bien sus ganas de morir. La contrataron ese mismo día. Sonrío y escribió en su libreta "Hoy estoy muy contenta". Y si, ese día era una felicidad promedia.

Sofía llegó y se acomodó en el sitio libre junto a Ana, le sonrío y le preguntó que si necesitaba algo, Ana pensó "Si, necesito muchas cosas" y contestó "No, muchas gracias, estoy aprendiendo". No se cayeron muy bien al principio, cada una pensaba que era mejor que la otra, miraron sus zapatos, sus peinados, sus pestañas, sus senos, sus piernas, sus sonrisas. Se juzgaron mientras se aprendían a querer por la distancia. Porque era una distancia abismal entre ellas.

Pasaron unas cuantas semanas y cada una trabaja sin dirigirse la palabra, si acaso un "Me avisaron que hay que entregar el reporte semanal, ¿cómo lo hiciste?" o un "Me duele mucho la cabeza, ¿tendrás una aspirina". Y esa distancia tan hermosa era cada vez más cercana.

Ana llegó a su casa habituándose a la rutina de su nuevo empleo, a nadie le contó sobre él, quería que fuera algo suyo, sólo suyo. Se apropió de esa vida laboral ya que no podía apropiarse de la suya y le gustaba jugar al éxito y a los tacones. Se fue a su recámara y se percató que no tenía con quién platicar, que ya estaba harta de sus ligues facebookeros, que ya no quería que le hablaran por su "buena presentación" que ya no quería ser una persona tan promedio, que moría de ganas de desnudarse y salir a la calle para que la gente le aplaudiera esa valentía de saberse como cuerpo. Se emocionó con la idea, aplazó su suicidio unos años más, se quitó la ropa, se miro al espejo, se masturbó y se durmió pensando en el reporte semanal que debía entregar al día siguiente.

Sofía no tenía pasado, o al menos eso pensaban los demás. Sofía llegaba todos los días a la oficina con una gran sonrisa, las uñas pintadas y su agua de limón. Saludaba a los colegas y se sentaba a hojear su revista. Cuando llegaba Ana, la guardaba para que no viera que no estuviera trabajando y encendía su computadora. Y así fue meses enteros, meses de cordialidad, meses de distancia, meses de vivir un juego de rutinas y sonrisas y perfumes baratos, meses de indiferencia.

Sofía renunció. Ana se suicidó.

lunes, 24 de junio de 2013

Se cerró el libro

Marzo 13 Nacido con la incapacidad de sentir felicidad Abril 2012 Cortamos en aquél bar, ambos estuvimos de acuerdo. "Te amo peor no quiero acabar odiándote". lloré. "Nos creímos nuestra historia pero nos dimos cuenta que sólo eran enunciados falsos" Marzo 30 Necesito verte. El día anterior me había quedado dormida en el pesero y soñé que estaba ahí junto a mi abrazándome, desperté abruptamente, acalorada en medio del tráfico en quién sabe dónde. Había un señor desconocido junto a mi, lo odié con toda mi alma, no era él. Regresamos algo inciertos. Abril 6 Viví contigo bajo mentiras, me llevé el vestido rojo que tanto le gustaba. Mi cuerpo no permitió que nos uniéramos. Fuimos a una fiesta y supe con certeza cuánto lo amaba. Viernes 13 Cortamos. Sólo quería que supieras. mayo 13 Te extraño Septiembre 6 Ven.

viernes, 14 de junio de 2013

Suéter gris

Ella la abrazó y le dijo "Todo va a estar bien" Y el mal de ojo comenzó.... Ella te dio todo el amor para después convertirlo en odio, pensaste que jamás podrías recuperarte de aquella traición (si es que puede llamarse así a tal acto de separación afectivo). En fin, la invitaste a comer, le contaste todos los secretos del mundo (aunque a el también lo traicionaron), la llevaste a caminar por las calles que nadie había pisado, le diste tú presencia y cuando te ausentabas, seguías ahí con ella. Se apropió de ti. Te desayunaba, comía y cenaba, a veces incluso, te vomitaba. Tú ibas por el mundo sin ver nada, todo lo que veías eran visiones suyas, se te olvidó el significado de las palabras "planes", "yo", "nosotros" y "compartir". Tu diccionario se redujo considerablemente. Bajaste de peso y la única de manera de amarla era amándote a ti mismo. Te abrazó una noche y te dijo que todo iba a estar bien, en efecto, todo estuvo bien. Tomó de tu mano, te dijo que había conocido a alguien más, a alguien menos poderoso, a alguien con menos planes, a alguien que no tenía un diccionario. Entonces, así de fácil te dio un beso en la frente, te dio las gracias... "Gracias". Salió y la viste salir, iba arrastrando un suéter gris que tenía mi nombre escrito en la etiqueta. Salió. "Todo va a estar bien" El mal de ojo no quedó ahí. Se largó borracha y tambaleante, la escuchaste bajar las escaleras y azotar la puerta del auto (el que tú le regalaste, por cierto). Un minuto, dos minutos, no podía arrancar el auto. Te dormiste porque en realidad ni llorar podías, ella se llevó el vaso de agua también. "Todo va a estar bien" Jamás habías dormido para siempre.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Colonia Sanborns

La ruta 40, Miguel Hidalgo Carretera. El gel Xiomara, el axe, los recuerdos del hijo dormido en la cobija del lobo siberiano, la loción de AVON, el resago del Nescafé y mucho sueño y también sueños. Como los desamores y el jazz. Los desamores y el olor a colonia barata. El olor al axe y el recuerdo de dejar al hijo en la escuela, los olores de las tarjetas a las hora de checar entrada. Olor a Colonia de Sanborns entrando a la oficina del jefe para comenzar a recibir órdenes, cumpliéndolas mientras piensas que el día puede así, pasar más rápido y en la noche puedes ir a comprarle una rosas rojas a Miriam para dárselas y después regresarte en el último pesero a tu casa. El último pesero que ya más bien huele a sudor, alcohol, nostalgia,cansancio, colillas de cigarro y desamor y a rosas pisadas.

miércoles, 17 de abril de 2013

Cerdos y semen

Entonces ahí acostada lo sentí entrar. Mi mamá estaba dormida a un lado mío, pensé que quizá lo estaba soñando así que me dije a mi misma "ya duérmete, estás cansada, tu cuerpo se está rebelando, no dejes que gane, duérmelo." Cerré más fuerte los ojos y me concentré en el calor de las cobijas y la pesadez de mis piernas. Mi mamá ya estaba soñando, quizá con la situación, quizá soñaba que yo no podía dormir. Pero no, no era mi cuerpo, si estaba ahí. Era gordo, rosado con manchas negras disparejas, lunares y manchas de algún golpe, manchas cerdas, manchas con pelos, manchas como lijas. Era un cerdo gigante con ojos desorbitados. Me veía pero no a la vez, era un juego de adivinanzas "veo, veo" "¿qué ves?"" a ti y tu madre intentar dormir." Silencio. Evadir el miedo para que se vaya, pero no, nunca se fue, regreso y me lamió toda la cara, su olor se impregnó en mi cara, olía a restos de carroña, a sangre. "Mamá, despierta, ayúdame, mamá por favor, me está pisando, pesa mucho, huele a días pasados, despiértame" En verdad que eso lo estaba soñando yo, mi mamá estaba despierta junto a un puerco. Desperté angustiada y tome un taxi saliendo de la fiesta, estaba sola pero tenía que irme, yo estaba tranquila pero mi vestido corto me advertía precaución, porque los puercos citadinos no sólo me iban a lamer y a llenar de carroña, me iban a cortar las piernas para poder acariciarlas durante las noches. En fin, tome el taxi nocturno y sospechoso, nada pasaba, nada sucedía y entramos al bosque oscuro, oscuro. Intenté ver mi mano, no la veía, intenté verme acostada para visualizar mi llegada a casa, me puse la pijama mentalmente y me dormí para llegar más rápido, pero no, eso no sucedió. Se prendió la luna y alcancé a ver que no estábamos solos, el taxista había subido a su amigo el puerco citadino. Pedí que me bajarán, se rieron, les di ternura y hambre. Enseñó el cuchillo, yo enseñé mis dientes. Se abalanzó sobre mi y escupió semen en mi boca. Tibio, pesado, blanco blanco transparente. Me dormí veinte minutos más sólo para convencerme de que el puerco estaba muerto bajo mi cama. Ale, ya despierta. Ale, tienes que ir a trabajar.

miércoles, 27 de marzo de 2013

I’ve got a good mind to give up living

Me desperté en la mañana un poco de malas, no dormí bien; tenía muchas cosas en mente, cosas sin importancia. Cuando al fin logré conciliar el sueño, soñé con una ciudad carente de sonidos, todo parecía estar en silencio. No, ni siquiera era silencioso, más bien parecía haber un zumbido molesto, como esos que se escuchan después de un concierto de rock pesado. Terrible. Me metí a bañar y el sonido del agua cayendo sobre el bote vació de champú me empezó a alterar, no sabía con certeza qué era al principio, después lo localicé y pateé el bote de lugar. Salí de la regadera y encendí la radio, estaba hablando un locutor que me cae muy mal, le cambié de estación y estaba una canción que me fascina, estaba justo antes de la parte que más me gusta. Subí el volumen y me puse de buen humor, escogí colores brillantes y una falda rosa que rara vez me pongo, los aretes que uso en ocasiones especial y me pinté los labios de rojo. Tomé mi I-pod y arreglé mis cosas. Salí de mi casa y vi que el suéter no era necesario, hacía mucho calor. Administré mi cambio para el autobús y me enchufé. Caminé escuchando una canción de Carlos Santana que me recordó a mi padre, sin pensarlo mucho le cambié. Siguió una tonadita muy “old school” que era como estar en la playa, quedaba perfecto. Le sonreí al vigilante de la entrada de mi condominio y me devolvió un “Buenos días señorita, que tenga buen día”. Me subí al autobús y la cumbia que el chofer estaba escuchando no me dejaba escuchar mi tonadita tranquila, le subí al volumen y como no había asientos disponibles para sentarme, me quedé parada cerca de la puerta donde el viento me quitaba un poco el calor. Había mucho tráfico, al principio estaba tranquila, mi reloj marcaba las 7:20, entraba a clases a las 8:00. Bajamos hasta Insurgentes y ahí me percaté que el tráfico era aún mayor, mi tonadita tranquila me empezó a aburrir, cambié de canción y empezó un ska de un grupo que ni sabía que tenía, me enojé y le cambié rapidísimo, cosa que me dio risa porque noté cómo mis niveles de estrés eran fácilmente manejables. Le cambié de canción hasta encontrar una más tranquila, era una canción de Simon and Garfunkel, “Celia”. Sonreí imaginando que me la cantaban a mí. 7:45, no habíamos avanzado mucho y el autobús se llenaba cada vez más de personas estresadas que tenían que dejar a sus tres hijos a la primaria, algunos dormitaban parados y otros lloraban porque no querían ir a la escuela. No sé por qué pero me cayeron mal, pensé “¿Por qué no educan a sus hijos?, les tienen que enseñar que existe el respeto, incluso en el transporte público”; me reí, no sé por qué me empezaba a enojar tanto y de repente Simon and Garfunkel me cayeron muy mal, ¿por qué eran tan optimistas? Un señor tomó su maletín y lo tomé como indicio de que se iba a parar, me acerqué a él para poderme sentar, la verdad ya estaba cansada. En cuanto el señor se levantó me escabullí como lombriz y me senté. Hasta estar acomodada me percaté que ni siquiera le había puesto atención a la música que estaba escuchando, creo que era Lenny Kravitz, definitivamente no tenía humor y como ya estaba sentada, saqué el I-pod de mi bolsa y busqué algo que escuchar que me regresara a mi tranquilidad y felicidad de la mañana; no encontraba nada y como la cumbia me ganaba en volumen, me quité los audífonos e intenté escuchar la letra de la canción del autobús. “Carmen, se me perdió la cadenita Con el Jesús de Nazareno, Que tú me regalaste, Carmen, Que tú me reglaste” Me gustó. Era una letra sencilla, real, humana, no sé. Quizás me estaba yendo muy lejos pero me parecía que la música debería ser así. Sencilla. Limpia. Digerible. Me concentré tanto en la música que se me pasó la parada en la cual debía bajarme, cuando me percaté de ello me aceleré y se me cayeron las cosas de la bolsa, las plumas, mi cuaderno, mi agenda, un espejo, un brillo labial, etc. Terminé de meter las cosas en mi bolsa y decidí que no importaba que me hubiera pasado, que me quería quedar en el autobús para escuchar el resto de la canción. “Carmen, y el lindo pañuelito blanco Que tú me regalaste, Carmen Que tú me reglaste” De ahí en adelante, el transcurso de mi día cambió. Llegué hasta la base del autobús y caminé por la ciudad. Estaba en República del Salvador, en el Centro Histórico, en realidad no conocía la zona, al principio me dio un poco de miedo. Había mucho movimiento, tráfico, vendedores ambulantes, prostitutas, vagabundos con piernas y otros sin piernas, locales misteriosos que jamás logré descifrar qué vendían. En ese momento ya no me sentí tan aventurera, me hubiera gustado irme directo a la escuela. Me di cuenta que esa parte de mi ciudad estaba hecha un caos, me provocó nostalgia, no sé. Me senté en una banca a observar lo que pasaba, me sentía triste, decepcionada, confundida, ¿era así de caótico todo y yo no me había dado cuenta? Saqué mi I-pod y me puse los audífonos de nuevo. Busqué sabiendo qué iba a encontrar a propósito, ya sabía qué buscaba. Empezó una guitarra gritona, estridente que me enchinó los vellitos del brazo y me hizo tomar un respiro largo y fuerte. La guitarra empezó a cansarse hasta volverse una melodía cansada pero resistente a la fortaleza con la que empezó, ahogada. Lloré, me emocioné. Me dejé llevar por lo que veía y no por lo que sentía, las notas de la guitarra ahogada me invitaban a ver el ritmo de la ciudad, al orden perfecto con el que funcionaba todo. Las prostitutas seductoramente paradas en la esquina eran las cuerdas de la guitarra, los vendedores ambulantes eran los coros, los cláxones de los carros; las percusiones, todo encajaba, era hermoso. Ahí fue cuando entendí que posiblemente cuando B.B King escribió esta canción no estaba pensando en el centro de la ciudad de México, estaba pensando en el caos interior que debe salir, en el orden de la música y que en realidad no somos muy distintos el uno el del otro si tan sólo aprendemos a escuchar. La música es un lenguaje universal y por lo tanto todo embonaba .Embona. La canción terminaba, me dio miedo pero la dejé concluir para ver qué sucedería después. Terminó la canción y nada sucedió, todo seguía su orden natural, las prostitutas no eran seductoras peor estaban y formaban parte de los gritos de los vendedores y de los motores de los carros atrapados en el tráfico. La ciudad de México es como un blues, uno que guarda emociones en las calles y en las personas, que aunque no sepas, se están ahogando en recuerdos y ritmos.

domingo, 24 de marzo de 2013

10 lecciones gramaticales.

LECCIÓN GRAMATICAL 1. Los géneros Él y ella. LECCIÓN GRAMATICAL 2. Puntos y comas Te amo no te odio Te amo. No te odio Te amo, no te odio Te amo. No, te odio Y todas sus variantes. LECCIÓN GRAMATICAL 3. Sujetos y predicados Él la amaba ¿Quién? Él. Ellos jugaban con ella ¿Quiénes? Ellos. LECCIÓN GRAMATICAL 4. Sujeto ímplicito Si te quiso Se fue LECCIÓN GRAMATICAL 5. Pronombres personales Tú y yo. Yo y tú Nosotros LECCIÓN GRAMATICAL 6 Estructura de oración A y B comieron pasta B lloró la partida de A Muchas historias se inventaron a partir del mitop de A y B LECCIÓN GRAMATICAL 7. Adverbios Platicaban amenamente Se amaban apasionadamente Ferozmente se atacaban LECCIÓN GRAMATICAL 8. adjetivos La mujer loca y el hombre demente Atractiva mujer feliz consigo misma LECCIÓN GRAMATICAL 9. Sustantivos El hombre y la mujer Los amantes El desamor LECCIÓN GRAMATICAL 10. Los tiempos TIEMPO PASADO: A y B iban a la escuela juntos Ellos se tomaban de la mano Él le leía cuentos por las noches TIEMPO PRESENTE: Ellos. TIEMPO FUTURO: El libró se cerrará Ambos se olvidarán A y B no existirán. * NOTA: LOs tiempos son sujetos a la subjetividad de cada uno. Aplican restricciones. Puede detenerse el tiempo.

jueves, 7 de febrero de 2013

Re viviendo mi pasado con personas del presente en climas adversos

... En el avión sin tiempo ni espacio. No sé en dónde estamos, sólo sé que volamos sobre el mar y sobre las nubes blancas que me incitan al sueño. Tampoco sé qué hora es ni a qué hora llegaré, el vuelo se retrasó y nos pidieron disculpas casi las mismas veces que yo las he pedido en mi vida. Y ahora presentando: La turbulencia. Es emocionante pero debo admitir que si me da un poco de miedo, no me da miedo caer, me aterra la idea de saber que antes de morir tendría que ver toda mi vida transcurrir, otra vez no. y me encanta huir, huir, huir. me encanta no saber dónde estoy. 3:30 pm Estoy en Atlanta. Aquí nadie me conoce peor la mesera es amigable y me trata bien. Aquí todo está funcionando bien, hasta yo. Y luego el señor de migración, un paranoico como yo, sólo que competíamos. Él no quiere que me quede en su país y yo no quiero que se quede con mis sueños. En poco tiempo llegaré a mi destino, cansada y emocionada con mi jugo de arándanos. Llegué antes de lo previsto y la vi antes de lo esperado, fue como si hubiéramos estado juntas apenas ayer.Igual de bonita, todo bonito. En fin pase esta noche durmiendo junto al calor y el tronido de la chimenea. y ahora estoy en el tren viejo que me llevará a North Station, quizá se me caen las manos del frío. No sé ni cómo pagar las cosas, ni sé cómo funciona esto y el nieto de Woody Allen está muy cerca de mi. Todo esto me emociona, estar sola quién sabe dónde. Quizá me quedo para siempre. Y en este viaje me parezco más a mi padre. el ten de regreso va en reversa y me marea el retorno. Los odio. Veo todo al revés.

martes, 15 de enero de 2013

A.P.A

(Así nomás....) Sentados frente a la fuente del parque ese donde las parejitas comparten un sandwich, un beso o algo más. Y nosotros compartiendo nuestras perversiones, que si a él le gustaban las mujeres que parecían niñas y si a mi me gustaban los hombres mayores. Asociación de Pevertidos Anónimos.