Me da miedo sentir el peso y el calor móvil del otro, del animal.
De sus patitas, es un peso mucho mayor que el mío, yo estoy conciente de su presencia pero él no de la mía, eso es lo que me asusta. Se arrastra despavorido sin rumbo alguno y yo si puedo ver hacía donde se dirige.
Es repulsivo pero mucho más fuerte que yo. En realidad hay veces que me gustaría estar conciente de mi alrededor y poderme zambullir con mis múltiples patitas a la tierra.
Es como si te estuviera observando un ciego, una sensación de lo imposible ocurriendo. Un gusano se arrastra a ti sin saber quién eres, deja caer su cuerpecito húmedo y tibio sobre tu calcetín pensando que allí estará a salvo. Esa sensación del peso sobre tu pie es enorme, él no sabe de ti pero tú si de él.
Se retuerce un rato y se aleja a otro pie y eventualmente, lo pisarán y todo ese mundo tan distinto e instintivo se terminarà. Adiós peso y adiós calorcito que se mueve por mi pie.
Acabaremos extrañando a ese gusanito indiferente.
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